Resección de lesiones malignas: sujeto a topografía y dificultad.

El cáncer de piel es el tumor maligno más frecuente en el mundo, afortunadamente su tasa de curación es muy alta si se logra una detección temprana y se da tratamiento oportuno. Frente a una lesión sospechosa de la malignidad, se toma una fracción de la lesión para estudiarla bajo microscopio y corroborar el diagnóstico (biopsia incisional). Una vez que se sabe el tipo histológico, es decir, su agresividad, se retira la lesión dando un margen de seguridad para evitar que queden restos del tumor y la pieza se envía nuevamente a estudio bajo microscopio por un experto en dermatopatología.

Los lunares son muy comunes, todo el mundo tiene 10 y 40 lunares, que se pueden ir desarrollando a lo largo de los años. Hay varios tipos y colores de lunares, desde planos o elevados, cafés, azules, blancos o rojos. Lo importante es que se debe hacer una visita al dermatólogo para check-up anual. Si deseas retirar un lunar, es preferible que se evalúe previamente.

Se presentan como bulto que crece lentamente debajo de la piel que se originan a partir de la inflamación de un folículo piloso por lo que se forma un saco de células que secretan una proteína llamada queratina. Si se presiona puede salir un material pastoso de olor desagradable. Generalmente, aparece sobre el rostro, el cuello, el pecho, la parte superior de la espalda, o detrás de las orejas. Debe realizarse la extirpación quirúrgica y evitar su manipulación para evitar infecciones de la piel o secuelas como cicatrices.

Son tumores benignos compuestos por células grasas. Aparecen frecuentemente en espalda, hombros y cuello. Se presentan como masa blandas, bien delimitadas, que crecen lentamente y  por lo general no son dolorosas, pero dependiendo de su localización, pueden causar molestias mecánicas o estéticas por estar en sitios de presión o visibles.